(CNN) — Hay una razón sencilla por la que muchos republicanos le harán un desaire el pedido desesperado del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, de aportar miles de millones de dólares en armas y municiones para la guerra contra Rusia.
Enviar más fondos de los contribuyentes a una guerra en las afueras de Europa es incompatible con el credo de “Estados Unidos primero” de un partido dominado por el expresidente Donald Trump.
La posición del anterior y posiblemente futuro comandante en jefe es contrarrestada por el presidente Joe Biden, quien ha advertido que permitir que Rusia gane envalentonaría a un adversario que podría amenazar la seguridad de Estados Unidos. Su probable revancha significa que las elecciones de 2024 van mucho más allá de quién gobernará Estados Unidos durante los próximos cuatro años. Es probable que decida el destino de Ucrania, la configuración del mundo occidental y la naturaleza del poder global de Estados Unidos.
Zelensky hizo un llamado a la Cámara de Representantes, liderada por los republicanos, para que desbloqueara el último paquete de ayuda de Estados Unidos, después de que Ucrania conmemorara el segundo aniversario de la invasión no provocada de Rusia, en medio de crecientes indicios de que la guerra se inclina del lado de Moscú a medida que los soldados ucranianos se van quedando sin balas.
En una entrevista concedida el domingo en Kyiv a Kaitlan Collins de CNN dijo que republicanos como el senador de Ohio J.D. Vance, aliado de Trump, que se han pronunciado en contra de más ayuda a Ucrania, no comprenden lo que está en juego en el conflicto.
“Para entenderlo hay que venir a la línea del frente para ver lo que está pasando, hablar con la gente, y luego ir a los civiles para entender … lo que les pasará sin este apoyo. Y comprenderá que millones… morirán. Es un hecho”, dijo Zelensky en un adelanto de la entrevista publicado este domingo. La entrevista completa se emite en CNN este lunes.
Trump ha alejado al partido de su pasado internacionalista y anti-Kremlin, representado por tradicionalistas conservadores como el líder del Partido Republicano en el Senado, Mitch McConnell. La creciente hostilidad de algunos republicanos hacia la línea de salvamento de Estados Unidos con Kyiv coincide también con nuevas pruebas del habitual acercamiento del candidato presidencial del Partido Republicano al presidente de Rusia, Vladímir Putin. Trump pretende frustrar el objetivo central de Biden en política exterior, al tiempo que subraya su fracaso a la hora de atajar una crisis más cercana: la de la frontera sur.
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El expresidente se ha negado a decir quién quiere que gane la guerra en Ucrania y ha prometido ponerle fin en 24 horas si recupera la Casa Blanca. Un proceso de este tipo solo podría funcionar bloqueando las ganancias territoriales obtenidas por Putin —acusado de ser un criminal de guerra— tras una feroz embestida. Trump, mientras tanto, factura su primer mandato como un oasis de paz ante los recientes conflictos en Ucrania y Oriente Medio y afirma que sólo él puede evitar la Tercera Guerra Mundial.
Biden —que ha revitalizado la alianza occidental más que ningún otro presidente desde la caída de la Unión Soviética— advierte, sin embargo, que apoyar a Ucrania es una obligación dados los ideales democráticos fundacionales de Estados Unidos. Afirma que una victoria de Putin animaría a Rusia a volverse contra una potencia de la OTAN e iniciar una guerra en la que se verían implicadas directamente las tropas estadounidenses. Reaccionó con disgusto al hecho de que Trump no condenara a Putin por la muerte del líder opositor Alexey Navalny y a la reciente advertencia del expresidente de que dejaría que Rusia “hiciera lo que le diera la gana” con los miembros de la OTAN que no alcanzaran las directrices de gasto en defensa.
“Por el amor de Dios, es una tontería. Es vergonzoso. Es peligroso. Es antiestadounidense”, dijo el presidente a principios de este mes.
Así fue como Trump transformó el Partido Republicano
El enfrentamiento por la financiación de la guerra de Ucrania pone de relieve cómo la política interna de Estados Unidos ya está reverberando en todo el mundo.
La disputa tiene sus raíces en el rostro cambiante del Partido Republicano. Los principios del partido que una vez abogaron por una política exterior fuerte y globalista han sido rechazados en favor de un enfoque más transaccional de las obligaciones de Estados Unidos en el extranjero, destilado del creciente resentimiento entre los votantes de base republicana después de años de crisis económicas y costosas guerras extranjeras.
Presidentes republicanos como Dwight Eisenhower, Richard Nixon, Ronald Reagan y George H.W. Bush no reconocerían ahora a su partido.
Los republicanos pro-Trump se han encerrado en un argumento conciso pero poderoso entre sus partidarios que podría significar el fin de las esperanzas de Ucrania de obtener más ayuda de Washington. Dicen que Estados Unidos no debería estar gastando miles de millones de dólares en el extranjero para luchar contra la guerra de Ucrania cuando Estados Unidos se enfrenta a una crisis en su frontera con México.
En la Conferencia de Acción Política Conservadora de la semana pasada, el representante de Florida Matt Gaetz, un firme partidario de Trump, afirmó que la ayuda estadounidense a Ucrania estaba ahora “chapoteando en las capitales de blanqueo de dinero del mundo” y advirtió que, aunque Estados Unidos tenía una “frontera porosa”, estaba gastando enormes sumas en “una guerra eterna”.
Trump encarna esta visión del mundo más que nadie y la ha explotado y curtido desde que ascendió al poder en 2016.
Su negativa a apoyar más ayuda a Ucrania está anclada en creencias que forman parte esencial de su atractivo político para millones de votantes republicanos. Por eso, un débil e inexperto presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson —plagado por una minúscula mayoría que hace imposible la gobernabilidad—, podría perder su puesto si saca adelante un proyecto de ley de ayuda exterior aprobado por el Senado para financiar las armas y municiones que Ucrania necesita desesperadamente.
El poder de Trump entre las bases del Partido Republicano también explica por qué algunos senadores que apoyan más ayuda para Ucrania y han advertido contra entregar la victoria a Putin votaron en contra de un proyecto de ley de seguridad fronteriza que incluía fondos para las fuerzas armadas de Zelensky.
Biden, que ha expresado su creciente frustración por el hecho de que Johnson se mantenga al margen del proyecto de ley de ayuda exterior, ha convocado a los cuatro principales líderes del Congreso a la Casa Blanca este martes, mientras los funcionarios advierten que la situación en Ucrania es cada vez más grave.
“Hay una fuerte mayoría bipartidista en la Cámara dispuesta a aprobar este proyecto de ley si llega al pleno, y esa decisión recae sobre los hombros de una persona, y la historia está viendo si el presidente de la cámara Johnson pondrá ese proyecto de ley en el pleno”, dijo Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de Biden, a Dana Bash de CNN en “State of the Union” de CNN este domingo.
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El creciente poder de Trump se deja sentir en todo el mundo
La creciente influencia de Trump, tras otra contundente victoria en las primarias del Partido Republicano en Carolina del Sur el sábado, está endureciendo la ansiedad entre los aliados europeos aún traumatizados por su primer mandato, cuando convirtió a Estados Unidos —garante de la estabilidad en el mundo occidental durante más de siete décadas— en una fuerza de volatilidad y perturbación.
Las opiniones de Trump y la perspectiva de que pueda ser presidente el año que viene por estas fechas ya están provocando amplias consecuencias geopolíticas.
– El retraso de los fondos estadounidenses significa que las fuerzas ucranianas se están quedando sin balas y Rusia está registrando algunos avances clave en el campo de batalla.
– La perspectiva de que EE.UU. abandone Ucrania este año y de una gestión estadounidense liderada por Trump significa que Putin no tiene ningún incentivo para poner fin pronto a la guerra.
– A corto plazo, las potencias europeas de la OTAN podrían tener que hacer mucho más para evitar la derrota de Ucrania si Estados Unidos se retira.
– También es cada vez mayor la preocupación de que Trump pueda abandonar la OTAN por completo si es presidente o de que neutralice la alianza si repudia su credo de autodefensa mutua.
– Si Trump da un paso atrás, Rusia podría amenazar las estructuras de seguridad que mantuvieron la paz en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.
– La idea de que Washington pueda dar la espalda a Ucrania —una democracia europea asaltada por un tirano— tendrá implicaciones de largo alcance para el poder estadounidense en todo el mundo. Podría alterar los cálculos de otros adversarios de EE.UU., incluida China en su intento de plegar la democrática Taiwán a la parte continental.
Gran parte del pensamiento del Partido Republicano de Trump sobre Ucrania está encarnado por las recientes declaraciones de Vance, que es uno de los defensores más enérgicos en contra de que Estados Unidos gaste miles de millones de dólares en las fronteras de otro país cuando se enfrenta a una crisis en el suyo propio.
El senador republicano forma parte de una nueva generación de legisladores pro-Trump que rechazan el consenso tradicional de la política exterior estadounidense. Viajó a la Conferencia de Seguridad de Múnich a principios de este mes con un mensaje impopular entre las élites diplomáticas europeas y los defensores estadounidenses de la alianza transatlántica. Y en la posterior Conferencia de Acción Política Conservadora en Estados Unidos —ahora un bastión pro-Trump— explicó por qué Estados Unidos no debería seguir financiando la lucha de Ucrania por su libertad.
“Tengo … colegas republicanos, que están mucho más emocionalmente involucrados en lo que está pasando a 10.000 kilómetros de distancia de lo que están en su propio país”, dijo Vance en la conferencia, cuyo tema era “Dónde el globalismo va a morir”. Vance respaldó la posición de Trump de que la guerra debe terminar y la matanza se detendrá.
“Es bueno para el país que alguien diga: ‘¿Hasta cuándo va a durar esto? ¿Cuánto dinero se supone que debemos canalizar en este país?”, dijo Vance, que también ha argumentado que Estados Unidos carece de la capacidad de fabricación o de reservas militares suficientes para enviar más municiones a Ucrania. “Si te preocupas por Ucrania, pero sobre todo, si te preocupas por Estados Unidos, deberías estar deseando que este asunto llegue a alguna resolución diplomática. Creo que es la única esperanza”.
Zelensky —que dijo el domingo que el conflicto había matado al menos a 31.000 soldados ucranianos, además de dejar muchas bajas civiles— rechazó las críticas de Vance a la guerra en su entrevista con Collins, de CNN.
“Por supuesto que no lo entiende. Que Dios lo bendiga por no tener la guerra en su territorio”, dijo.
Un futuro más incierto
La Casa Blanca no ceja en su empeño de conseguir que la Cámara de Representantes apruebe una ayuda de US$ 60.000 millones para Ucrania, pese a la oposición de Trump, que ha sugerido que el país podría recibir un préstamo, aunque no esté en condiciones de devolverlo tras dos años de guerra devastadora.
El gobierno vincula cada vez más los problemas de las fuerzas ucranianas en primera línea —incluida la pérdida de la ciudad de Avdiivka— directamente a la negativa de Johnson a presentar el proyecto de ley de gastos en la Cámara de Representantes.
Pero aunque Biden gane un segundo mandato, no hay garantías de que Ucrania pueda contar con un flujo perpetuo de miles de millones estadounidenses para apoyar su lucha por la supervivencia. Las recientes luchas en el campo de batalla no han hecho sino aumentar la preocupación en Estados Unidos de que la victoria final es imposible, lo que ha desatado el debate sobre la sostenibilidad de la ayuda occidental en tales circunstancias.
Mientras que algunos republicanos parecen estar en contra de la ayuda a Ucrania solo por razones políticas —para complacer a Trump—, existe una creciente presión sobre Biden para que justifique el envío de grandes cantidades de fondos de los contribuyentes a una guerra en el extranjero.
Las encuestas han mostrado una disminución gradual del apoyo público a la participación financiera de Estados Unidos en la guerra, especialmente entre los republicanos. Alrededor del 55% de los estadounidenses afirmaron en una encuesta realizada por CNN en agosto que el Congreso no debería autorizar fondos adicionales para apoyar a Ucrania. La encuesta reveló que el 71% de los republicanos se oponía a nuevos gastos. Las divisiones en el Partido Republicano sobre Ucrania quedaron expuestas la semana pasada cuando 26 republicanos del Senado votaron en contra del proyecto de ley que contenía ayuda a Israel y Ucrania, mientras que 22 lo respaldaron.
Y sea cual sea el resultado de las elecciones de 2024, es probable que el equilibrio de poder en el Congreso sea estrecho, lo que significa que un Partido Republicano cada vez más nacionalista podría bloquear futuros tramos de ayuda.
En el ámbito de la política exterior se habla cada vez más de la posibilidad de adoptar un enfoque alternativo que sea políticamente más sostenible. ¿Es, por ejemplo, más factible para Estados Unidos y Europa centrarse en evitar que Ucrania pierda más territorio —en preparación de futuras conversaciones para un alto el fuego— que pensar en ganar la guerra? Este escenario se complicaría debido a que los ucranianos podrían estar decididos a seguir luchando y a la imposibilidad de confiar en que Putin respetaría cualquier acuerdo de paz. Cualquier acuerdo también podría recompensar a Putin con territorio capturado por un ataque no provocado contra un vecino.
Las declaraciones de Zelensky a CNN demuestran que no está dispuesto a rendirse.
¿Pero puede decirse lo mismo de Estados Unidos?