Unos 2,3 millones de ciudadanos del estado indio de Jammu y Cachemira están llamados a votar este miércoles en las que son las primeras elecciones regionales en diez años y desde que el primer ministro del país, Narendra Modi, revocase su autonomía en 2019, y en las que se elegirán a los 24 representantes en la Asamblea Legislativa estatal de entre 219 candidatos, 90 de ellos independientes.
Durante esta jornada se llevará a cabo la primera fase de los comicios, que consta de tres etapas, en las que podrán participar 123.000 personas de entre 18 y 19 años, unas 28.300 con discapacidad y 15.700 mayores de 85 años, según ha informado el diario indio ‘Hindustan Times’.
Las otras dos fases de votaciones se llevarán a cabo el 25 de septiembre y el 1 de octubre, mientras que tres días después, el cuatro de octubre, se darán a conocer los resultados.
Estas elecciones son consideradas como “cruciales” para el futuro político del estado, que lleva sin tener un gobierno electo desde que en 2018 el Partido Popular de India (BJP) de Modi rompiese su alianza con el Partido Democrático Popular (PDP).
Con la orden de Modi de revocar la autonomía del estado, perteneciente a una región disputada entre India y Pakistán, pasó a dividirse en dos territorios federales dependientes directamente del Ejecutivo de Nueva Delhi: el de la Cachemira india propiamente dicho –integrado por Jammu, la zona de mayoría hindú, y Cachemira, la zona de mayoría musulmana– y el de Ladaj, un enclave budista en una zona montañosa que hace frontera con China.
Esta fue considerada por sus críticos como un ataque directo contra la minoría musulmana en un nuevo ejercicio supremacista del ultranacionalista primer ministro hindú.
La región, cuya soberanía se disputan India y Pakistán desde que se independizaron de Reino Unido, ha sido objeto de dos guerras entre ambos países y vive marcada por las acciones de milicianos islamistas separatistas, en un conflicto que se ha cobrado la vida de más de 45.000 personas desde mediados de la década de 1980. En este sentido, el Gobierno de Modi defendió su decisión argumentando que el cambio de estatus en Cachemira permitiría traer prosperidad económica a la región y poner fin a la insurgencia.
No obstante, el primer ministro ya dejó entrever un giro en su postura tras los malos resultados de las últimas elecciones legislativas que terminaron en junio, tras las que se vio obligado por vez primera desde su llegada al poder hace una década a gobernar en una coalición para mantenerse en el cargo y que melló su estatus simbólico de autoproclamado guía nacional del país como bastión del mundo hindú.
El episodio que terminó por decantar la celebración de los comicios fue una orden emitida por el Tribunal Supremo del país en diciembre del año pasado, y que mandaba a la Comisión Electoral india que celebrara los comicios en Jammu y Cachemira como muy tarde el 30 de septiembre de este año.