Investigaciones recientes sugieren que un alto consumo de proteínas, especialmente de origen animal, puede estar asociado con un mayor riesgo de enfermedades. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Las proteínas son un macronutriente esencial para el cuerpo por diversas razones. En los últimos años, su uso como suplemento ha crecido, especialmente entre quienes hacen ejercicio con el objetivo de aumentar masa muscular. Estas proteínas juegan un papel crucial en la construcción y reparación de tejidos, así como en la producción de hormonas y enzimas. Sin embargo, el exceso en su consumo puede tener posibles consecuencias para la salud.
Se considera que una ingesta adecuada de proteínas es entre 0.75 y un gramo por kilogramo de peso corporal al día. Por ejemplo, una persona que pesa 70 kilos debería consumir alrededor de 70 gramos de proteínas al día, lo que se traduce en aproximadamente 300 gramos de pechuga de pollo.
Por lo que superar los 2,2 gramos no necesariamente incrementa la masa muscular, y un consumo superior a 3 gramos por kilogramo puede ser perjudicial. Aunque las necesidades pueden variar en atletas, personas con enfermedades graves o adolescentes, exceder las cantidades recomendadas puede resultar contraproducente.
El exceso de proteínas puede tener consecuencias en la salud. (Shutterstock)
¿Cuáles son los riesgos de un consumo excesivo de proteínas?
Según un artículo publicado en la revista Nature Metabolism, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, afirman que un exceso de proteínas en la dieta podría aumentar el riesgo de aterosclerosis. Esta condición se define como una “afección frecuente que ocurre cuando una sustancia pegajosa llamada placa se acumula en el interior de las arterias”. Este proceso se desarrolla lentamente, a medida que el colesterol, las grasas, las células sanguíneas y otras sustancias se combinan para formar dicha placa, lo que provoca un estrechamiento de las arterias.
Por otro lado, una investigación realizada por expertos de la Universidad de Ginebra destacó que un aumento brusco en el consumo de proteínas podría sobrecargar la capacidad del hígado para procesar el amonio. Esto no solo afectaría la salud hepática, sino que también podría desencadenar problemas neurológicos. Cabe recordar que, al consumir alimentos ricos en proteínas, nuestro cuerpo los descompone en aminoácidos durante la digestión, liberando amonio como subproducto. Esta sustancia puede resultar perjudicial si se acumula en grandes cantidades.
En otra investigación, un equipo de la Clínica Cleveland presenta una nueva vía que contribuye a las enfermedades cardiovasculares asociadas con niveles elevados de niacina, una vitamina B comúnmente recomendada para reducir el colesterol. Además, el exceso de proteínas puede provocar problemas en los riñones, como un aumento en la presión de filtración o un incremento en la producción de orina. También puede afectar el equilibrio de minerales, lo que eleva el riesgo de desarrollar piedras en los riñones, una condición conocida como nefrolitiasis.
Esto puede causar síntomas como dolor intenso en la zona lumbar o abdominal, sangre en la orina, y en algunos casos, náuseas, vómitos y obstrucciones en el tracto urinario.
Finalmente, un estudio de la Universidad de California indicó que existe un vínculo entre el consumo excesivo de proteína animal y un aumento significativo en el riesgo de cáncer. Se observó que las personas de mediana edad que consumían mucha proteína animal tendían a morir más jóvenes de cáncer, diabetes y otras enfermedades, en gran parte debido al consumo de carnes procesadas que contienen sal y conservantes.
Una alimentación saludable debe considerar la cantidad y tipo de proteínas, adaptándose a las necesidades individuales. (Shutterstock)
Por lo tanto, para que una dieta sea completamente saludable, debe incluir alimentos de todos los grupos, enfatizando las cantidades de nutrientes y el tipo de alimentos que se ingieren, adaptándose siempre a las necesidades individuales de cada persona.