Irene Sáez arrancó su campaña presidencial 1998 con altas probabilidades de ganar la elección presidencial. No iba a ser fácil, Hugo Chávez contaba con apoyo popular después del intento de golpe de estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez. Aunque fallida, esta movilización le proyectó como un líder que se rebelaba contra la corrupción y la crisis económica.
En ese momento Chávez era líder de movimiento bolivariano y candidato del partido Movimiento Quinta República. La tercera opción a la presidencia, la Coalición Nacional Opositora, estaba integrada por partidos políticos tradicionales los que presentaron la candidatura de un empresario y político, Henrique Salas Römer.
Irene Sáez había ganado Miss Universo en 1981, contaba con el aprecio del pueblo. Después de una carrera en el entretenimiento, incursionó en la política como alcaldesa de Chacao –área metropolitana de Caracas–. Su gestión fue muy buena, lo que sumó puntos a su prestigio y el reconocimiento popular.
En algún momento se consideraba a Irene, la contendiente a vencer. Su candidatura independiente generaba esperanza menos radical, lo que le restaba popularidad a Chávez. Ambas posturas representaban lo que en ese momento quería Venezuela, un cambio en la política.
El país pasaba por una crisis económica seria, inflación alta, pobreza en incremento y la percepción generalizada de corrupción en el gobierno y desde los partidos políticos tradicionales que habían dominado la política venezolana por décadas: Acción Democrática (AD) y Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI).
En algún momento de la contienda Irene toma una mala decisión que al tiempo se convirtió en la sentencia de muerte a la democracia venezolana. Una decisión que la llevó a perder cualquier posibilidad de éxito. Irene se alió con COPEI, el partido tradicional y desgastado que la ciudadanía venezolana ya no quería.
A partir de ahí toda la campaña fue en picada, perdió la confianza de la gente por vincularse con esa institución partidista desgastada, a quien se responsabilizaba de la mala situación del país. El resto se sabe ya, no volvieron a haber elecciones competitivas en Venezuela, la democracia se fue al traste.
Es inevitable pensar en ‘el hubiera’ de este México que se desgaja en manos de una mayoría absoluta domesticada.
¿Qué hubiera pasado si las OSC Unidas no hubieran buscado el apoyo partidista? ¿Qué hubiera pasado si Xóchitl se hubiera lanzado como independente? ¿Qué hubiera sido de México si los Alitos y Markitos no hubieran salido en sus fotos? ¿Qué hubiera sido si la campaña no tuviera que arrastrar con los logos de los tres partidos tradicionales?
¿Por qué nadie le había contado a Xóchitl la historia de Irene Sáez?